Los autómatas en la ciencia, la literatura y el cine: entre lo sublime y lo siniestro
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Actividad mixta
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Las criaturas mecánicas, reales o imaginarias, han tenido a lo largo de la historia dos propósitos: el entretenimiento y el conocimiento de la naturaleza, ya sea humana o animal. Herón de Alejandría en el siglo I-II d.C. decía al comienzo de su obra Autómatas que “La exhibición de autómatas era muy popular entre los antiguos, primero porque en el proceso se desarrollaba una variedad de habilidades artísticas y luego porque el espectáculo era francamente sorprendente”. Al diseñar los elementos de sus teatros de autómatas también se reproducían los principios biomecánicos del cuerpo humano y se imitaba el canto de los pájaros. En otros momentos, Leonardo da Vinci diseñó mecanismos para estudiar el vuelo de los pájaros; en el siglo XVIII Vaucanson pretendía con sus autómatas entender los procesos fisiológicos, y en el siglo XIX una máquina de computar se comparaba con las operaciones de la mente humana.
Pero a estos propósitos sublimes y fascinantes acompañaron otros que han provocado sentimientos sombríos. Estas reacciones de ansiedad quizás tengan relación con lo que Sigmund Freud denominaba “lo siniestro” (1919), lo que se encuentra en el mundo de lo indeterminado, entre lo animado y lo inanimado. Y que según él estaba representado entre otras imágenes por las muñecas de cera, autómatas, dobles, fantasmas, espejos… Se expondrán ejemplos de unos y otros efectos en la ciencia, la literatura y el cine.
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